No es que esté en contra de los prejuicios, sin embargo, no todo es lo que parece. Muchas veces, lo primero que llega a la mente ante un estímulo suele ser diferente a la realidad. No te dejes engañar por las apariencias obvias y permíteme presentarme.
Verás, vivo en León Guanajuato, capital mundial del calzado; este título se lo ganó la ciudad gracias a que se produce mucho cuero para la fabricación de prendas y accesorios de piel, como chamarras, bolsas, carteras, cinturones, pero principalmente zapatos. La piel, desde que se desolla del animal muerto, pasa por diversos tratamientos químicos siendo así un largo proceso de tenería difícil de describir. El punto es que los deshechos las aguas residuales de dicho tratamiento se van directamente al drenaje público sin aparente regulación de las autoridades, por lo que, esta bella ciudad siempre te recibirá con un peculiar aroma a cuero curtido. Sin embargo, en mi apodo de “apestoso” no me refiero a que yo huela a vaca muerta, más bien, es porque suelo apestar en sociedad.
Varón de 37 años, millenial que se identifica más con la generación «X» que con su propia camada; rockero por educación, con aspiraciones rotas, pero siempre remendadas; fotógrafo de profesión y amante de la cultura y el arte popular.
Soy un amargado que reniega de todo, pero al mismo tiempo soy ese que se fija en ciertos detalles que vuelven especial cualquier cotidianeidad. Constantemente en lucha conmigo mismo para vencer la comodidad de la rutina, retándome a hacer nuevos proyectos como lo es, precisamente esta columna.
Siempre había tenido la curiosidad por escribir, no una novela o un artículo científico, para nada; más bien inquietudes de la vida diaria que suelen ser tan insignificantes que, ni siquiera nos las llegamos a cuestionar. Aquí encontrarás humor negro y todo tipo de contenido; reflexiones, anécdotas, curiosidades y una que otra recomendación de lo que haya recién descubierto o que simplemente crea que te puede gustar.
No esperes mucho y no serás desepcionado.
Por esta ocasión no me queda más que invitarte a leerme semana con semana en conexionrock.com, a que compartas mis columnas con otros “apestosos” que les pueda interesar regalarme un poco de su tiempo para reflexionar conmigo de las cosas que tal vez ni siquiera valga la pena reflexionar. Me despido, no sin antes agradecer la oportunidad y espero verte seguido por aquí con tu sincera retroalimentación para poder ir mejorando en esta nueva (para mí) aventura de escribir sin filtros y de manera periódica. Rock on!