septiembre 16, 2024

El primer día de clases para una mamá

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monica nitro

Columna: Mamá rockera
By Mónica Nitro

Tengo 34 años, bien vividos, mal vividos que sé yo. Soy madre de dos hijos, esposa, hija, amiga, y sobre todo, soy rockera… y reportera.

El día de hoy, mi hijo menor entró al kinder, y sí, soy de las mamás que sufre cuando los dejan en la puerta, al menos el primer y segundo día, después se me olvida, al grado de que soy la mamá que llega corriendo por ellos a la escuela, sin bañarme, en pants y con la crema para peinar relamida en el cabello, pero ahí estoy.

No puedo evitar hablar sobre mis hijos,  pero también puedo sostener, crear y disfrutar una platica sobre cualquier otro tema, soy comunicadora, lo sabemos y lo investigamos todo, menos el sueldo que algunos periódicos ofrecen a los reporteros, ese sí que no nos lo esperábamos.

Voy a inaugurar esta columna con la narración del primer día de kinder del Monico.

Para algunas personas el llevar al hijo o hija al kinder, puede ser cualquier actividad. Pero para otras personas, los primeros días de escuela pueden ser inolvidables -o caóticos-.

El Monico y yo hemos estado juntos desde el día cero, en medio de una pandemia y pariendo con todo y cubrebocas. El desapego es difícil, pero sobre todo para la mamá o el papá, los niños y niñas son más resilientes. En mi caso, imaginé que lloraría desde la entrada de la escuela hasta la salida, pero yo, que yo lloraría por tremenda separación de tres horas. Aquí va la descripción:

Mamá nerviosa baja a Monico del coche, lo encamina, le va tomando video, fotos, Monico lleva puesto un casco pequeño de bomberos, lonchera de Cars con focos LED, jeans, tenis, va sonriendo y entonces:

Monico: TE AMO.
Y se fue…

No pude llorar. El verlo sonriente y decidido, me dio fuerzas para seguir en esta nueva etapa, que siendo sincera, implica más actividad y requerirá de mucha organización de todas las personas que integramos esta familia. Me subí al coche un tanto desconcertada, entre emocionada y nostálgica, pero tranquila, así que me detuve en un parque y como Forrest Gump, empecé a correr.

Monico

Me había propuesto que una vez que los chamacos fueran a la escuela, yo empezaría a hacer ejercicio, a correr. Dos años de «cuarentena«, embarazada y con la incertidumbre de esta era pandémica, me hicieron sedentaria, además de perder condición y cansarme al subir diez escalones, perdí otras cosas en esos dos años, pero hoy, hoy sólo hablaré de cómo mi determinación y voluntad me hizo correr un jueves cualquiera a las nueve de la mañana y sentir que todo estaría bien.

Pues ahí iba la Mónica Nitro corriendo, pensando en que como Charlotte (temporada 2, episodio 10 And Just Like That), ella tenía una vida antes de sus hijos. “Libre soy”, diría Elsa de Frozen. No es tan sencillo aceptar que tus hijos crecen y mucho más rápido de lo que esperabas, pero al menos nosotros, somos de la idea de que sean libres, independientes y felices, así los podremos correr de la casa a los 20 años.

Mamá Rockera

Pero la vida es todo, menos algo preciso, algo continuo, inmovible; la vida en mi experiencia, es cambiante, inesperada, dolorosa y a la vez, gratificante. Correr como Forrest en jueves y no esperar al lunes, fue una buena decisión, lo que no fue tan acertado es que alguien más decidiera volar en la misma dirección que yo. Y es así como hoy tengo un agujero en el cuello, con una sensación dolorosa y ardiente, provocada por el piquete de una abeja justo cuando corría por aquel parque que me vio manotear sin saber qué me había picado.

Y como así es la vida, no lo tomé como algo personal. No soy fan de ver videos en Internet o en redes sociales. Leo titulares y si me interesan, continúo a la fuente original, verifico información, comento y comparto. En un mundo tan digitalizado e inmediato ves de todo. Algo muy cierto que dijo Yesss en Wifi Ralph (porque de todo se aprende), es que cuando eres figura pública, estás en tendencia o te haces viral, lo mejor que puedes hacer es nunca, pero nunca, leer los comentarios de las publicaciones que te involucran.

¿Qué tiene que ver esto? El 29 de agosto entraron a la escuela la mayoría de los y las niñas de educación básica, y hubo un video que alguien subió a TikTok en donde se ve a una mamá romper en llanto cuando su hijo cruza la puerta de la escuela. Como lo dije, esto puede ser para algunas personas, cualquier actividad, para otras, no lo es.

Como en cualquier publicación viral, los comentarios y los bandos se hicieron evidentes: que si exageró, que si pobrecita… bla, bla, bla. ¿De verdad es necesario opinar sobre todo? La mamá sufre porque lo dejó en la escuela, llora, alguien más sin tomar en cuenta la ley de privacidad de datos, sube el video y todas lo ven y opinan, ¿es necesaria esa acción? Otro viernes retomamos el tema. El chiste es, que separarse de un hijo o hija no es fácil, al menos no a esa edad en donde son: curiosos, divertidos, amorosos, porque luego crecemos y nos hacemos feos, feos de carácter.

Retomando la primera historia, como diría Franco Escamilla, «parece chiste, pero es anécdota», de regreso a casa, de la nada el play list puso: Frente a Frente, de Enrique Bunbury. Y entonces la letra tomó otro sentido (descripción):

Mamá manejando algo agitada, sudorosa y con un piquete en el cuello, escucha:
«Sólo quedan las ganas de llorar, al ver que nuestro amor se aleja. Lentamente bajamos la mirada, pues ya no queda nada de qué hablar, nada…» ¡Pum! Lágrimas discretas recorren su mejilla, mientras canta y asiente con la cabeza. Ya no hay nada qué pueda hacer, de aquí para adelante Monico.

El Monico salió de la escuela un tanto irritable, un tanto cansado, había comido todo su platillo favorito: tamal oaxaqueño de guajillo (tranquilas personas lectoras, mañana le mandamos verdura y fruta). Le fue bien, nada le pasó ni a él ni a mí. Así que después de unos minutos en los columpios, fuimos por el otro. El otro es más grande, con él sí que lloré en su primer día de kinder, pero esa historia, amigas y amigos, se las contaré otro viernes de «Mamá rockera«.

¡Buen fin de semana, vivan y dejen vivir! ¡Au revoir!

Mónica es egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México en su versión Acatleca

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