abril 19, 2025

Conexión Rock

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Mamá Rockera

By Mónica Nitro
 


¿Qué consideras como parte de tu personalidad? Primero, ¿qué es la personalidad? ¿Todas las personas la tienen? ¿Es importante? La personalidad son todas esas características «psíquicas», o sea lo que piensas, que te hace diferente a los demás.

 

Los conceptos que vas generando de la vida y de tu vida, de ti como persona, y como parte de la sociedad. 

También se le han adjudicado esos detalles físicos que complementan tu pensar, tus ideologías, tu actuar. 

Hablar de una misma, es complicado. Podemos aludir una verdad que para los demás no existe, así que yo te podría decir que mi personalidad es decir las cosas con humor, pero el Vaquero y los niños te podrían decir que por las tardes para nada tengo buen humor. Así que a veces tu creas la personalidad, pero la percepción de los demás es distinta, porque obvio, todos pensamos diferente, aunque nos acercamos a quienes son más afines a nosotros.

¿Cuál es la personalidad de Axl Rose? O de Robert Plant, Jim Morrison, Lenny Kravitz, Kevin Richard Parker, Robert James Smith, de los Oasis, Alex Lora, de Amanda Miguel, claro, hay que incluir gustos culposos de la escena musical, no míos, pero sí de alguien mas. Todos esos rockeros, y Amanda, tienen algo en común: y es ese encanto que generan a través de su cabello, ese pelaje largo, lacio, ondulado, quebrado, esponjado, trenzado, que es parte de su personalidad.

¿Alguien más cree que cuando Eddie Vedder se cortó el cabello, perdió credibilidad en la escena del rock? Yo sí, y no tiene nada que ver con su voz ni su talento, sino con un prejuicio personal que a nadie le importa, y mucho menos le debe importar a él -en dado caso, Eddie, de que leas esta columna-. «El respeto al derecho ajeno es la paz», y es lo más cuerdo que un presidente de México ha dicho, pero, ¿lo aplicamos?

 


Décimo Meridio tiene el cabello largo, debo agregar que es súper lacio, cuando nació y fueron a conocerlo una a una las personas que lo rodean, me preguntaban de inmediato dónde habían quedado los chinos, lo que una entiende es que a veces la mamá sólo es la incubadora y al nacer son idénticos al padre. Lo extraño, es que el Vaquero tampoco es lacio. ¿Cómo pasamos de casquete corto a Axl Rose? Conforme él fue definiendo su personalidad, y aún le falta, pero siempre fue tajante en lo que sí, y lo que no le gusta, y el cabello largo es algo que, simplemente, disfruta.

En el kinder tenía casquete corto con un poco de volumen en el fleco, era imposible peinarlo sin algún aditamento pegajoso, así que se iba a la escuela con el peinado que ese día surgiera después del cepillado. Siete meses después de que entró a la escuela, llegó la pandemia. Décimo Meridio, el Mónico encubado en mi vientre, y yo, quedamos aislados totalmente de las calles, y las personas, sólo una vez al mes, salíamos al ginecólogo.

Pasaron días, semanas, meses, y su cabello fue creciendo, contrario a su conectividad con las personas. Todos perdimos a alguien o algo en la pandemia, aunque para el e-commerce y otras industrias, como la farmacéutica, las ganancias y oportunidades de negocio incrementaron, pero para los demás, las pérdidas fueron irreparables, amigos, familiares, conocidos, enfermaron, muchos de ellos fallecieron; también perdimos seguridad, tacto, trato, confianza, estabilidad. Regresamos y creímos que la sociedad iba a mejorar, descubrimos que no, y que por el contrario, nos enfrentamos a nuevos retos, uno de ellos, insertar a los infantes de nuevo a la vida, o a aquello que perdieron con el paso de la cuarentena.

Décimo Meridio regresó a su último año de kinder, después vinieron otras situaciones más difíciles en su núcleo familiar, y el cabello continuó creciendo, pero no era algo relevante, simplemente él empezó a mostrar gusto por traerlo así. ¿Somos permisivos? ¿Tenemos falta de autoridad? ¿Qué más se les ocurre para unos padres que dejan hacer a su hijo «lo que quiera»? Cuánto prejuicios y miradas sentenciosas hay en la maternidad y paternidad. Demasiados. Pero ¿cuántas personas interfieren, para bien y para mal, en la educación de una persona? Exacto, dos, si es que los dos tienen interés.

La criatura está por cumplir años, el cabello le ha crecido tanto que es terapéutico cepillarlo, aunque peinarse no es lo suyo. Cuando escucha una rola que lo prende, ya sea de metal, punk, o a Yucatán A Go Go, y hasta el Chipi Chipi Daba Daba, y Pedro, el mejor de Santa Fe, agita la mata. Varias veces le pregunté: ¿Hasta dónde te vas a dejar crecer el cabello? Y siempre me contestó con esos ojos rasgados y pestañas rizadas, «hasta donde tú lo tengas, mamá». Me queda claro que le gusta cómo se ve con él, lo está haciendo parte de su personalidad, aunque, debe entender que eso no define lo que lleva por dentro. Los infantes son más simples que los adultos, las cosas son verdes, son azules, son lo que les explicas, y tienen muchas dudas, ahí es donde una debe tener cuidado, y apoyarse de Google (risas).



Debo admitir que en las juntas de la primaria, escuché insinuaciones sobre el corte de cabello, también que levanté la mirada matona para confirmar que fuera un comentario «al aire» y no una petición directa. No hay ninguna ley federal o local que imponga la obligatoriedad del corte de cabello del alumnado. La maestra de ese momento, sí pidió que los niños trajeran el cabello corto, sobre todo por el tema de los odiados piojos, pero si ese fuera el argumento para que Décimo se lo cortara, entonces tendríamos que haber empezado por la trenza de 50 centímetros de la docente, sí, soy madre y desde que sabes de la existencia de esas personitas, te nace un sentimiento de protección enorme, te conviertes en una loba, dice Shaki, al menos en mi caso así es.

 

No hemos tenido problema con la escuela, pero con los alumnos sí. En una ocasión, cuando trabajaba con Santa Claus, entró una familia, y el papá traía cargando a un infante de cabello castaño a la altura de los hombros, y al dirigirlos con Santa, mi duende y yo le pedimos a «la niña» acercarse, por lo que sus papás nos aclararon que era varón. A partir de ese día, esperábamos a ver más señales para dirigirnos a los infantes, aretes, vestimenta, hasta que optamos por mejor, preguntar su nombre. No saben lo impactante que es para ciertas personas ver a un niño con cabello largo.

 

Situación uno. Décimo Meridio en la escuela, algunos compañeros le preguntan del por qué el cabello largo, que si es niña, Décimo les contesta que no, que así le gusta. Llega a casa, lo platica, hablamos con él, regresa a la escuela, y la mayoría de sus compañeros entienden el razonamiento y continúan jugando. ¿Qué le dices a un niño que lidia con burlas por su aspecto? No es que el bullying sea nuevo, es que por fin se le dio un nombre a las «bromas», los «chascarrillos», el «cotorreo», de algunos que lastimaron física o emocionalmente a otra persona.

A mí me cacheteaba César en el kinder, y es que cuando una de las personas que está en medio de esas «bromas» la está pasando mal, entonces ya no es una broma, es hostigamiento y violencia. ¿Exagerado? He visto llorar a mi hijo de frustración porque con una sonrisa en la cara le dicen «niña» una y otra vez. ¿Se tiene que cortar el cabello? No.

No hay nada de malo en las bromas, cuando no lastimas a nadie, hoy en día es complicado, lo admito, dirigirse, hablar, comentar, porque para todo tenemos quejas, que si usaste tal o cual palabra, que si opinas negro y hoy en las redes es blanco, todos somos expertos en todo y líderes de opinión. ¿Saben qué es peor que un niño molestando a Décimo Meridio por el largo de su cabello? Un adulto prejuicioso.

Situación dos. No mencionaré nombres, lugares, ni nada en particular, pero como dicen por ahí: ustedes saben quiénes son. Preguntas de adultos como: «¿Y por qué lo trae largo?» «¿Y por qué no se lo cortas?» «¿Y por qué se lo permites?» «¿No te dicen nada en la escuela?» «Así empiezan», etc. Es cuando entiendes por qué les cuesta tanto trabajo a las y los niños, respetar a los demás, así, así como somos.

Imagina si un niño con cabello largo genera tanto impacto en algunas personas, lo que genera todo lo demás. ¿Crees que la sociedad mexicana es libre, abierta y moderna? Yo te aseguro que no.

Situación tres: Décimo Meridio en el parque, rojo de coraje, llorando. Me acerco, le pregunto qué sucede y me dice que ya le explicó varias veces al «niño x» que es un niño, pero él le sigue diciendo «niña» en tono de burla. ¿Le debo cortar el cabello? No. Décimo Meridio debe enfrentar y afrontar dos situaciones, uno, hay personas malas y maldosas, y siempre estarán presentes en su vida, conocidos o no, debe identificarlas, enfrentarlas y alejarse. Dos, tiene que fortalecer su mente, cuando eres controversial, diferente o «raro», pero a ti te gusta eso que te diferencia, tienes que defenderlo, si no estás faltando al respeto a nadie más, defiéndelo, no significa dar explicaciones, significa secarte las lágrimas y sentirte orgulloso de quién eres, cómo eres y lo que tienes. Décimo es un niño, sí, pero en unos años, y así como está el mundo, enfrentará problemas más serios y el objetivo del Vaquero y mío, es hacer seres independientes, fuertes, felices, para que a los 18 se vayan de la casa (risas).


La maternidad y paternidad no tienen un método preciso, ni una teoría exacta, tenemos educación aprendida, heredada, experiencias, y sobre todo, un instinto de supervivencia activado al mil. Todo el tiempo te preguntas si lo estás haciendo bien, si irá a terapia algún día por tus decisiones, si será feliz, a veces eso no depende de uno, pero sí contribuimos. Estos días leí algunas notas sobre el cyberbulling a la hija del standupero Franco Escamilla. Tantos comentarios, que si «el que se lleva, se aguanta», «cosechas lo que siembras», «pobre niña, todo por culpa de su padre». Lo que una crítica le puede causar a una niña de 15 años en su vida, imagina lo que miles de críticas le causarán. Nos hace falta mucha educación digital, como usuarios y como padres y madres. No emitiré opinión sobre el tema, espero que se olvide pronto, porque, uno, debemos tener presente que es la vida de una niña de 15 años, y dos, Franco no lo ha manejado nada bien, pero es su hija, y por los hijos, hacemos todo, incluyendo, cometer errores.

Mi mejor consejo es: agita la mata y pásala bien. Nos leemos otro día de Mamá Rockera.

P.D. ¿Listas para la segunda temporada de Las Cantinas del Rock?

«Penso positivo» fue la canción con la que, diez días después, le dije al Vaquero que el chicle ya había pegado y entonces en nueve meses más, seríamos papás por segunda ocasión. Al igual que con Décimo Meridio, esperamos tres meses de embarazo para contarlo. Y justo, el 31 de diciembre del 2019, durante el brindis de fin de año, con la familia de mi mamá, mi hermana y nosotros les jugamos una pequeña broma. Babysh comenzó dando unas palabras de agradecimiento a la familia, tomó de la mano a su novio y nos dijo que tenía algo importante que contarnos. Ahí cambió la cara de todos, principalmente de nuestro hermano, Babysh tenía 16 años y esas palabras a esa edad son una bomba para cualquier persona. Babysh continuó: Mi novio y yo queremos decirles que… ¡Moni está embarazada!

Hay un video en el que se ve a mi hermano sudando, le cambia el color del rostro, le va de rojo a pálido y de pálido a rojo, y mi mamá tiene esa mirada matona que de niños nos echaba para tranquilizarnos. Aún cuando Babysh dijo mi nombre, ellos dos seguían en shock, mientras los demás nos abrazaban y felicitaban. A los cuatro días de haber dado la noticia, tuve un sangrado, por lo que la felicidad se detuvo y la incertidumbre nos invadió. No lloré hasta ver a mi cuñada, que es como una hermana, ella sabe lo que es perder a un bebé y ahora yo también lo sé. Pasé diez días en reposo total, Décimo Meridio me llevaba la comida que el Vaquero nos preparaba y los dos comíamos en la cama jugando con sus muñecos y esperando que el Mónico se quedara tranquilo hasta madurar.

El cuerpo es más que inteligente, la naturaleza es sabia, como dicen por ahí, al día 11 pude ir al doctor y empezar tratamiento para fortalecernos; cuando creí que podía disfrutar mi embarazo, el 31 de marzo se publicó en el Diario Oficial de la Nación, el Acuerdo por el cual México se declaró como «emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor, a la epidemia de enfermedad generada por el virus SARS-Cov2 (COVID-19)”. Y a partir de ese día y duramente al menos dos años, la vida como la conocíamos dejó de existir… Ahora creo que muchas personas no valoraron ni aprendieron nada de ello. Mi segundo embarazo fue angustiante. Empezaron las noticias de mujeres embarazadas que al parir, murieron, y la incertidumbre era la única constante en esos meses. Décimo Meridio y yo dejamos de salir, el Vaquero se encargaba de ir por despensa y cuando llegaba a casa yo entraba en pánico. Aplicamos todas las medidas de seguridad e higiene que informaban: quitar ropa, lavarla de inmediato, usar cubrebocas, gel antibacterial, lavar las manos constantemente, desinfectar los envases, las latas, etc.

Caminaba todas las tardes a las 19 horas durante 60 minutos, del cuarto uno a la sala y de regreso, vivíamos en un departamento de unos 52 m2 así que el ejercicio era poco para mí.

 

Desde las nueve de la mañana y hasta las diez de la noche, trabajamos en que Décimo Meridio no se estresara con el encierro, al final fuimos nosotros los que acumulamos cansancio y ansiedad, pero si le preguntan a Décimo qué piensa sobre la pandemia, la recuerda como un periodo divertido en casa, así que lo hicimos bien.

La madrugada en la que nació el Mónico, otro país celebraba, en cuarentena, el aniversario de su independencia. El Mónico no quería salir, vi más de seis partos esa noche, y en esa clínica no aplican la epidural, así que el dolor que sentí después de dilatar ocho centímetros, fue tremendo. Una de las ginecólogas que me estaba revisando, una de tantas que pasan en el IMSS, me dijo que mi panza era muy pequeña, que ese bebé venía demasiado pequeño y entonces me asusté, pero después de mucho dolor, a las 00:13 horas nació el Mónico, lloró con tal fuerza que sacó 9.9 de calificación, es una evaluación médica. Y entonces ahí estaba mi pandemial, listo para salir del hospital directo a su casa, porque el COVID seguía siendo de gravedad.

Pujar con cubrebocas no se lo deseo a nadie, pero a veces no tenemos opción. El Mónico ha sido un gran reto en mi vida, y a la vez, la manita que cada mañana me recuerda que estoy aquí, con vida, y que él tiene hambre, pero antes de pedirme su tamal, me deja muy en claro que me ama.

A los ocho meses, el Mónico, así como Décimo, el Vaquero, Babysh, una tía y yo, tuvimos un accidente en carretera. Mi hermana murió días después y una gran parte de mí se fue con ella, pero ese ser pequeñito que se salvó, esos dos bebés que crecieron en mí y que son lo mejor de nuestro amor, me tienen de pie en este planeta. Las cachetadas que me ha dado la vida después del accidente me han hecho recordar, a la mala, que aún tengo cosas pendientes aquí.

Meses después del accidente, el Mónico fue diagnosticado con epilepsia; como ya les he platicado, personas lectoras, esos minutos de crisis fueron horribles, abrazo a todas las personas que tienen epilepsia y a sus familias, hoy Mónico está controlado y disfrutando de su excursión, aunque somos conscientes de que es una condición de vida y no debemos olvidarla.

También le dio neumonía y fueron días de hospitalización muy intensos, entre la impotencia por la burrocracia del IMSS, y la angustia por su salud, provocó que me diera ansiedad ante cualquier indicio de enfermedad en él, pero es que estos tiempos son enfermizos, los virus cada vez son más resistentes y agresivos, el fin del mundo, dice mi vecino.

Cada vez que el Mónico ha pisado un hospital, me ha demostrado que lo subestimo, no voy a mentir, aún me angustia verlo enfermar, correr, saltar, vivir, pero esa angustia la tenemos todos los papás y mamás, los hijos pequeños son suicidas. Nuestra vida cambió en un instante, pero estamos aquí, y en honor a mi bebé, mi hermana, y a la fortaleza de nuestra madre, es por lo que cada día me levanto a calentarle su tamal al Mónico, el que me da besitos y se acuesta sobre mi panza para dormir. Por ahora, esas dos personitas son las que nos mantienen de pie.

Pero no se angustien personas lectoras, poco a poco he ido recuperando partes de mí, el rock es algo que siempre esta conmigo, es un estilo de vida, y así como ayer se fue el Mónico a su excursión, y seguramente el Décimo Meridio se irá a surfear a Todos Santos en unos años, creando su propia vida, nosotros debemos continuar con la nuestra, así que además de su columna favorita, pronto me verán en otro proyecto.

Pasen un feliz día de las madres, en vez de recordársela a los demás, recuérdenle a la suya que la aman.

Vivan y dejen vivir.