noviembre 23, 2024

Conexión Rock

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Las «Jaivas»

(Primera parte)

Mónica Nitro

La columna de esta semana puede poner en duda mi credibilidad periodística, así que recurrí a unas breves entrevistas para que no crean, personas lectoras, que me he descarrilado profesionalmente. Pero antes de presentarles los resultados, iniciaré con un ejemplo materno sobre la credibilidad.

Mi mamá es una persona muy honesta, pero cuando se trata de niños, bebés y sus hijos, se le nubla la vista. Cada que subo una foto a Facebook mi mamá comenta: «que hermosa», «tú siempre te ves bien», «que bonita», etc. ¡Mentirosa! Una vez hicimos una videollamada y cuando respondí y se encendió la cámara, mi mamá al otro lado de la pantalla, se echó para atrás, o sea se asustó al verme, y no la culpo, con el cabello esponjado y sin bañarme parezco Minion morado, pero ella insiste en que soy hermosa.

Lo mismo sucede cuando ve fotos de bebés, ella asegura que están «bonitos», y mi abuela por detrás decía que estaban «chistositos»; todas las personas sabemos lo que eso significa.

Ser madre te vuelve altamente protectora y en algunos casos se exagera en ese aspecto. Llevas a tus criaturas en el vientre, los imaginas, los sueñas, y un día por fin los conoces en vivo.

Pero seamos honestas, la mayoría de los bebés recién nacidos son feos, y es natural. Están hinchados, arrugados, algunos pelones, otros nacen con uñas de Niurka como el Mónico, o rosas como el Décimo Meridio, y con el tiempo sus facciones van cambiando. Las mamás siempre nos ven hermosas, ahí es cuando la credibilidad como persona, se pierde un poco. Cuando algo o alguien nos encanta o nos enamora, dejamos de lado muchos aspectos.

En mi caso como madre, admito que mis criaturas al nacer estaban medio «chistositas«, y se fueron poniendo muy guapos, lo que pase después es un misterio. Considero que es importante enseñarles, primero, a saber quiénes son, qué les gusta, cómo lo pueden obtener, y que si son feos, no importa, estar seguros de sí mismos, es lo que les ayudará a realizar todo lo que se imaginan.

Esta columna relata la experiencia que he tenido con una banda que me encanta: The Hives. Pero valoro mucho mi credibilidad como persona y periodista, así que antes de relatarles esta historia, compartiré los siguientes testimonios:

The hives en el HOV

¿Por qué te gusta The Hives?
(Seas fan o no)

Oscar «N»
«Me gustan porque para mí realmente son una banda de rock; demuestran cómo con unos buenos guitarrazos, un bajo poderoso, una batería precisa como reloj sueco y toda la actitud, se puede mantener, si no vigente, al menos con vida ese género que sin lugar a dudas en algún momento dominó el mundo con bandas internacionales y ésta es sin lugar a dudas una de ellas».

Stephanie «N»
«Porque son de esas pocas bandas que interactúan mucho con el público y tienen una vibra bien chingona».

Rus «N»
«Me gusta la iluminación que usan, el video que usaron para el Corona Capital, en blanco y negro y todo lo demás en rojo, eso contrastaba muy chido. Además el audio era muy bueno, se escuchó bien».

Chucho «N»
«Porque es una banda que no sólo su música es buena, sino que verlos en vivo es una explosión de emociones porque conectan con la gente, su música te hace querer gritar y saltar».

Trikes «N»
«Porque en una época de trap, música urbana y regional, están bien rockers».

Julio «N»
«Por su fuerza musical e interpretativa. Tienen mucha energía y ese sonido punk de los 70… Dos guitarras, bajo y batería y la voz extraordinaria de Pelle. Le llaman sonido garage, yo le llamo ‘el rock no ha muerto’. Y mientras hayan dos guitarras, un bajo y una batería, el rock vivirá».

Yamz «N»

«Es una de mis bandas garage favoritas, siempre que suenan alteran mi química sanguínea y me ponen a bailar».

Lucía «N»
«Porque son unos viejitos sabrosos».

Después de esta ardua investigación, retrocederé en el tiempo. Desde que iba al CCH me gustaba The Hives, conseguía sus discos con un sujeto que vendía afuera del Bachilleres, escucharlos es llenarte de energía, en mi caso, me daban ganas de subirme a los sillones, de aventar las cosas, de saltar sin parar, y de hecho, cuando estaba embarazada de Décimo Meridio, nos imaginaba saltando de sillón en sillón, aventando patadas al aire, y sí, varias veces lo hicimos. Ponía «Hate to Say I Told You So» a todo volumen, cargaba a mi chamaco y me ponía a correr con él por todo el departamento.

Cuando se presentaron en el Corona Capital de 2012, no fui, pero escuché comentarios de que habían dado un gran show, son de esas bandas que te gustan mucho, pero no vienen tan seguido, no te imaginas verlos, no en esos años, porque hoy en, día hay festivales y conciertos para deberle al banco todo un año pero sin intereses. Hasta ese momento no los había visto en vivo.

El 21 de noviembre de 2018, el festival Tecate Pa’l Norte anunció el cartel del año siguiente, ahí entre Santana, Kings of Leon, Café Tacvba y Ximena Sariñana, estaba The Hives, así que no sabía qué desayunaría el 22 de noviembre, pero sí dónde estaría el sábado 23 de marzo de 2019. Y cuando llegó ese día, sé que seré juzgada, adelante, pero después de unas cuantas canciones de Santana, salimos corriendo para llegar al frente del escenario donde estaría mi banda sueca.

Luces blancas, imágenes monocromo y cinco sujetos elegantes sudando e interactuando con el público, fue todo lo que necesitaba para comprobar por qué me gusta The Hives. Ese Pal’l Norte fue épico, todas las bandas que alimentaron el cartel dieron un gran espectáculo. Pelle Almqvist (Per Almqvist) animaba a la gente diciendo frases en español como: «Somos la mejor banda del mundo», o «ahora viene el riff más rock jamás inventado». Se acercaba a los fans de adelante, se dejaba tocar, saludaba, y realizó un conteo de satisfacción. Preguntaba Pa’l Norte ¿cinco de cinco? Y todos gritaban. Al final quedó Pa’l Norte cien de cinco.

The Hives fue la segunda banda -la primera fue Blur 2015- que nos dispusimos seguir, dentro de nuestras posibilidades, a los lugares que se presentara el mismo año en el país. El domingo 24 de marzo de 2019, regresamos del Tour Pa’l Norte con Conecta Toluca, y llegamos a darle un beso a Décimo Meridio y continuar con la gira. Mi hermana era fan de Artic Monkeys, ese domingo tocarían en el Foro Sol, así que la llevamos, The Hives sería la banda «telonera».

Mi hermana fue feliz viendo a los Artic, el público comentó en los días posteriores, que The Hives tuvo una mejor que presentación que sus subsecuentes, yo creo que es por toda la interacción que tienen con la gente, los anima a aplaudir, a saltar, a gritar, y además se baja a convivir con ellos. Artic tiene otro estilo.

The Hives Mónica NItro

Pero el Foro Sol no era el final, aún faltaba lo mejor. El 26 de marzo la banda sueca se presentaría, como segunda fecha, en el extinto Foro Plaza Condesa, ese lugar «pequeño» si lo comparas con los conciertos en Foro Sol, donde realmente podías ver de cerca a tus artistas, escuchar los guitarrazos y si estabas de suerte, tener una foto con ellos. Jamás olvidaré esa noche. Llegué temprano para estar al frente, y casi lo logré, quedé en la tercera fila de personas de adelante para atrás. Ahí estuve montando guardia al menos dos horas. El Vaquero y un amigo, llegaron más tarde, así que estaban otras cuatro filas imaginarias detrás de mí. Nunca me ha dado miedo estar sola en los conciertos, alguna vez disfruté de los slams de féminas con «La Tremenda Korte», pero esa noche sentí escalofríos.

El show empezó con «Come On!», igual que en Pa’l Norte y Foro Sol; los cinco sujetos -por cierto el baterista original no vino a México ese año por una lesión en la pierna, así que lo sustituyó de forma magnífica, Thomas Hedlund, baterista de Phoenix- con traje blanco y negro sudando y saltando en todo el escenario. Ahí empecé a sentir nervios. Los empujones se hicieron presentes, no había manera de sujetarme mas que del fan de enfrente, o dejarme llevar y recargarme en los de a lado como en el Metro cuando va súper lleno. Fue increíble. Por supuesto las más cantadas fueron «Hate to Say I Told You So» y «Walk Idiot Walk», aunque en ese pequeño foro para todos, cada canción era un momento de éxtasis.

Sudada, desgreñada y emocionada, reconocí la siguiente rola, «Tick Tick Boom». Y si ya me había fascinado la interacción que tiene Pelle con la gente, vino un momento más sublime.

Al sueco por el que no pasan los años, se le ocurrió pedirnos que nos sentáramos. Sí, personas lectoras, sentarnos en el cemento de un foro en medio de un show, ahí como borregos nos empezamos a sentar, se oía el tronar de las rodillas y muchas risas nerviosas. Como Moisés, el frontman abrió un sendero entre la gente y dando la instrucción de no pararse por ningún motivo, caminó entre nosotros. Pude verlo de cerca, y pude sentir por primera vez, el miedo de ser aplastada por la multitud. Inevitablemente cuando Pelle regresó al escenario, todavía entre la gente, se perdió el sendero y todos empezaron a saltar y aventarse, así, como esa luz que se imagina la gente al final del camino, así vi la mano del Vaquero entrar entre la bola, sujetarme y sacarme de lo que bien pudo ser mi muerte, que dramática, salvarme de unos buenos pisotones en la cara. Aún siento esa emoción cuando lo describo.

Al final, todos empapados en sudor y carcajeándonos por esa experiencia, encontré un tenis Converse que fui a entregar a un sujeto alto que estaba varios metros atrás, la Cenicienta del rock estaba muy agradecido porque ya no regresaría a casa medio descalzo. No soy yo, personas lectoras, son todas aquellas multitudes que han visto a la banda y confirman que es un gran show, por la música, los riffs, el talento de los músicos, y sí, por liberar todas esas endorfinas en cada salto.

2019 fue un año memorable para mí. The Hives tuvo otras presentaciones en años posteriores, de hecho el 12 de diciembre de 2020, en plena pandemia, ofrecieron un livestream especial para México. Claro que lo pagué y salté con mi chamaco en la sala de la casa. Sentí que después del Plaza ya había cumplido el sueño de ver a la banda en vivo, de estar medio al frente, hasta que… La noche de anoche pude tocar a Pelle Almqvist.

Nos leemos mañana, por única ocasión, con la Segunda Parte de esta columna.
Au revoir!