diciembre 5, 2024

Conexión Rock

Música | Cultura | Podcast

Las Jaivas

The Hives

Segunda parte

#MamáRockera

Esta vez, como milagro de navidad, el Vaquero se ganó un boleto para ir el viernes al Festival Corona Capital en una dinámica de Conecta Toluca; justo ese día tocarían The Hives, Alanis Morissette y Arcade Fire, así que compramos un boleto para mí.

Aunque no imaginamos lo difícil que sería llegar al Hipódromo “Hermanos Rodríguez “.

Por poco, ni siquiera vemos tocar a los suecos.

Pasadas las 5 de la tarde salimos de casa con dirección Ciudad Deportiva (línea café del Metro); de Buenavista transbordamos a Metro Garibaldi, de ahí a Chabacano y de ahí… de ahí casi nos desmayamos del susto. Una cantidad enorme de personas estaban esperando abordar el tren, habíamos tantos que la posibilidad de subir y llegar a tiempo a The Hives, era casi imposible.

Entonces entre nervios y desesperación, decidimos regresar a la línea azul para llegar a Pino Suárez, pero caminando hacia el entronque con la línea rosa, ni siquiera vimos los andenes, más gente inundando pasillos, entradas y escaleras.

Eran las 19:45 h y The Hives tocaba a las 21:10 h.

El Vaquero analizó el mapa del Metro e intentamos otra ruta. Regresamos a Chabacano y transbordamos de nuevo a la línea verde pero nos bajamos en Santa Anita, ahí sí estaba vacío, subimos de nuevo al tren, y nos dirigimos hacia Jamaica esperando que el caos sólo fuera en Chabacano, pasé de sentirme emocionada a desesperada y luego decepcionada, mi corazón latía rápido y mi nerviosismo provocaba sudor en las manos, pero Jamaica estaba libre, subimos en el segundo tren, y llegamos al Foro Sol 20:20 h, en lo que caminas a la entrada y en lo que encuentras el escenario, ya te dieron otros veinte minutos más. En el camino devoramos unas papas fritas de 70 pesos, pero entramos al Foro Sol con una sed brutal y sin cheve, porque no compramos ni recargamos la pulsera cashless; así sedientos, sudados y casi hasta adelante, vimos salir a la banda monocromo y recitar las rolas de su último disco. No sentí miedo esta vez, estuve cubierta por el Vaquero y un sujeto de 1.90m por varios centímetros de ancho que nada ni nadie lo movió. En esta ocasión no encontré un tenis, pero sí un rompe vientos azul marca Columbia, si saben de alguien que llegó a casa con resfriado, díganle que yo lo tengo.

Al día siguiente, sábado 18 de noviembre, The Hives se presentaría en este proyecto interactivo llamado House Of  Vans, un lugar multidisciplinario que la marca de tenis abrió en 2021 en México como un espacio para conocer diferentes proyectos musicales, arte y cultura. Es un lugar más pequeño que el extinto Foro Plaza Condesa, y está ubicado en la alcaldía Benito Juárez, siendo uno de los ocho que existen en el mundo, es una oportunidad para escuchar y ver de cerca a tus ídolos, lo malo es que sólo puedes entrar teniendo mucha suerte, ya que es a través de un registro previo en la página de Vans México.

Cuando mirábamos a la banda sueca en el Corona Capital, a través de la pantalla de los celulares de todas las personas ahí paradas, abro paréntesis.

¿A poco no es molesto ir a un evento y no poder ver a los intérpretes por todas las personas con sus celulares en alto que están grabando minutos y minutos de imágenes que jamás serán reproducidas después de dos días de efectuado el evento?

Vivimos a través de pantallas, si grabas unos cuantos segundos para compartir en redes, está guay, pero ¿todo el concierto? Es un desperdicio de Gigas y de tu vida. Eso es algo en lo que mi amigo Pelle y yo coincidimos.

The Hives

Como mamá también grabo a mis hijos en cada hazaña, travesura o baile; tomo fotos de diferentes momentos de su vida, hago respaldo y voy viendo cómo el tiempo pasa tan rápido en ellos, en nuestras vidas. Somos obsesivos en querer aprisionar cada momento, y dejamos de disfrutar para poner REC).

Mirando a The Hives en el Corona Capital, Pelle bajó del escenario y se acercó al público, quedó de frente a una chica, ella le tocó la mejilla cual madre a un hijo cuando lo miras de cerca, de una manera tierna y totalmente extraña hacia el vocalista sudoroso y atractivo.

El Vaquero y yo nos reímos, nuestro pensamiento fue: ¿por qué le tocó la mejilla? ¿Como para qué? Ahora sé la respuesta.

El show que se aventaron el sábado 18 en House Of Vans contó con unas 250 personas, agradecidas por los dos vasos de cheve que te dan como cortesía y sobre todo por la experiencia tipo Papalote Museo del Niño: toca, juega y aprende, que se vive en ese lugar. Ahí hay seguridad privada, pero sobre todo respeto. Es riesgoso que trates de subirte al escenario, ya que lo resguardan rampas de skate que te obligarían a golpearte la cara si intentas escalarlas, tipo videos de sujetos gringos haciendo estupideces, y pasarías la vergüenza de tu vida, pero nunca subestimes a un chilango. Así que es un lugar pequeño, que te brinda una experiencia única y una carta de deslinde de responsabilidades que debes firmar antes de entrar.

El  petit concert empezó a las 10 de la noche, los “ninjas” salieron al escenario a probar los instrumentos, y a los pocos minutos, aparecieron los cinco suecos con sus trajes de rayos en color blanco y negro. Mismo set list que el Corona Capital, misma energía, excelente audio, ambiente, y un español más extenso por parte de Pelle, compuesto por trece frases escritas en nuestro idioma en un acordeón pegado frente a la base de su micrófono. Esa noche, no sólo pude ver de frente, de lado, de abajo hacia arriba, a la banda, sino que también me pasó lo mismo que a la chava del Corona Capital.

Pelle se subió a una de las bocinas, saltó y caminó hacia los fans de en medio, ahí estaba yo, embelesada y maravillada por la experiencia de verlos tan cerca sin ser aplastada. El frontman se acercó a mí a menos de 20 cm, me miró y yo… le acaricié la mejilla. ¿La mejilla? WTF! Lo sé.

Pasadas seis rolas, parado entre la gente, Pelle empezó a quitar celulares, se grababa, tomaba fotos y los iba a dejar frente a la batería. Decomisó unos 15 teléfonos de todas las marcas. Yo había grabado sólo el inicio y algunas partes de las canciones más eufóricas del repertorio, iba anotando en mi libreta imaginaria el orden de las rolas, memorizaba sus gestos, abrazaba toda la información posible para traerles esta humilde reseña, bueno, la verdad estaba boquiabierta y saltando como toro de feria. Antes del primer final, fueron dos, empecé a grabar con mi celular, imaginando que tal vez nos subirían al escenario y ellos nos los entregarían a cada una, así que a propósito dejé que se lo llevara. Pelle Almqvist decomisó mi celular marca S con funda de Friends.  

Esa acción a alguien más puede parecerle grosera, pero a los asistentes de House Of Vans, nos pareció coherente, tienes a tu banda favorita enfrente, hasta los puedes tocar, deja el celular y disfruta la noche, disfruta el rock. Entre cada canción, algunos fans empezaron a corear: ¡Ole, ole, ole, ole, las jaivas, las jaivas…! ¿Por qué? No tengo un testimonial, pero supongo que es una manera coloquial chilanga de apodar a tu nuevo amigo para hacerlo parte del grupo, o sea, por puro desmadre. Al escuchar a la mayoría nombrarlos de esa manera, el vocalista entre risas y algo desconcertado dijo: “¿Así que somos las jaivas, eh? Me gusta”. Y a partir de ahí se automencionaba como Las Jaivas. «Su banda favorita en todo el mundo: las Jaivas”, comprobando que México es el mejor lugar para tocar, como ya lo había sugerido en el Autódromo un día antes.


Antes de que desaparecieran del escenario de cuatro por cuatro, le pedí su plumilla a The Johan and Only (Johan Gustafsson), el bajista, y muy decidido se acercó a entregármela personalmente. Al final, uno de los dos ninjas salió a devolver los celulares, bloqueando cada uno para que el supuesto dueño lo activara con su huella digital y no hubiera fraude alguno. Me conformo con que Pelle raptara mi teléfono.

Esa noche no sólo toqué a Pelle, sino que también me mandó beso, me traje una plumilla, una reseña para ustedes, y el Vaquero unas fotos muy chingonas. Las Jaivas ya me dieron cinco grandiosos shows en seis años, ya los vi, escuché, toqué, y hoy sólo me pregunto: ¿Qué sucederá la próxima vez que vengan? Estoy intrigada.

Pasen un buen fin de semana, vivan y dejen vivir. Nos vemos en otro viernes de Mamá Rockera.

Au revoir!

Fotos Cortesía: Lalos Chelaguer (@angusininstagrm)